Así como un corazón abandonado mira el
wasap de la persona amada, esperando verla "en linea" para sentirla más
cerca. Así como el divorciado deambula por los alrededores de su antiguo
hogar como un sol que orbita en la ruta tantas veces andada de su
corazón; así como a la madre que ha perdido un hijo le duele el hermoso
día de primavera bajo un recuerdo feliz de antaño. Así como cuando nos
sentimos perdidos ofrecemos nuestro corazón a la vida, en busca de lo
anhelado o de lo nunca conocido, en busca de volver a estar "en línea"
con la vida, así hace que los propios ángeles nos envidien, pues
cuando luchamos sin posibilidad de victoria, cuando seguimos buscando a
ciegas en la más completa oscuridad, cuando seguimos amando aun cuando
ser amados es un imposible, nos parecemos demasiado a ese Dios, a ese
Padre que de existir nos miraría desde su trono, nos señalaría con el
dedo y sonriendo diría orgulloso: "aquel de ahí abajo, aquél... es mi
hijo".