viernes, 14 de agosto de 2015

EL VALOR DEL HOMBRE



 No fue leyendo a Marx, ni siquiera a Cervantes, donde entendí en su más profunda expresión el valor del hombre. Fue una frase del final del Majabhárata hindú la que transformó mi concepto del ser humano.  Los dioses habían puesto a prueba al hombre enfrentándolo a todo tipo de dificultades y sufrimientos, hasta que solo quedó uno, el último hombre, acompañado de su perro. En la helada cumbre  de la montaña sagrada le esperaba el dios guardián de la puerta del Cielo. Este le dijo que había superado todas las terribles pruebas y le dejó paso libre. El Hombre se dispuso a pasar y  cogió a su perro, pero en ese momento el dios le gritó:
--"Tú puedes pasar pero no tu perro, ningún ser inferior accede al cielo". La respuesta del hombre es la frase más simple y hermosa jamás escuchada:
--"No puedo abandonar a alguien que me ama".
Acto seguido abrazó a su tembloroso can y ambos se acurrucaron esperando su gélido final, a las puertas del Cielo. Esta acción despertó la compasión de los dioses que desde entonces consideraron a los hombres superiores a los ángeles, ya que los ángeles vivían y amaban, pero los hombres vivían, amaban, sufrían y morían. Por esta razón cohabitan en el Mundo realidades tan opuestas, porque el mejor de los hombres decidió no abandonar el Mundo hasta que no recogiera al más imperfecto de sus hermanos y así,  entrar juntos en el Cielo.

domingo, 9 de agosto de 2015

ESTA MAÑANA HA MEJORADO UN PEQUEÑO RINCÓN DEL MUNDO




      He quedado con mi amigo Rogelio. Nos hemos tomado un par de vinos en un bar del barrio. Rogelio cumplirá 80 años en septiembre. Está completamente curado de un cáncer de colon que tuvo hace años y ha formado parte de un estudio de curaciones ilógicas en personas con enfermedades extremadadmente graves. Él es muy ilógico. Viudo. Tiene un hijo disminuido psíquico, otro,  doctor en matemáticas y una hija en paro. Es decir, es multicultural. Llueve. Hemos hablado de los terroristas del Banco Europeo, del poder de la mente y de lo bien que huele la tierra los días de lluvia. "No sé cómo me ajuntáis" dice siempre aludiendo a la supuesta cultura de quienes le rodeamos, pero somos quienes nos aproximamos a él quienes aprendemos. Yo he aprendido mucho de él; la única asignatura que debería ser obligatoria y que no se imparte: aprender a vivir. Eso significa estar cuando se tiene que estar. Llorar si se necesita; y sobre todo, reír y vivir las "pequeñas" cosas de la vida sin dejarlas pasar porque ese es el mayor de los pecados. Mi amigo Rogelio: un gran tipo. Ha hecho que mejore un insignificante rincón del mundo: mi corazón.

sábado, 1 de agosto de 2015

SÓLO NOS QUEDA EL AMOR

     Cuando llega la muerte y las batas blancas se alejan, sólo nos queda un amigo al lado, una mano en un hombro, una ineficaz palabra de consuelo; "sólo" nos queda el amor.
     Cuando llegan los tiempos difíciles, los economistas nos explican con detalle la causa de nuestra pobreza y vuelven a sus castillos dejándonos con ella a cuestas; sólo nos queda un vecino con sal, un hermano y un café o una anciana y heróica madre con una bolsa de esperanza alrededor de la cual giran nuestros pequeños hijos: "sólo" nos queda el amor.
     Cuando nos invade la soledad y la vida pierde el sentido, los objetos comprados nos rodean mostrándonos sin tapujos su mentira; sólo nos queda el olor de la infancia, la voz callada de un padre que ya no está; todas esas cosas que no cotizan en bolsa. "Sólo" nos queda el amor.