viernes, 14 de agosto de 2015

EL VALOR DEL HOMBRE



 No fue leyendo a Marx, ni siquiera a Cervantes, donde entendí en su más profunda expresión el valor del hombre. Fue una frase del final del Majabhárata hindú la que transformó mi concepto del ser humano.  Los dioses habían puesto a prueba al hombre enfrentándolo a todo tipo de dificultades y sufrimientos, hasta que solo quedó uno, el último hombre, acompañado de su perro. En la helada cumbre  de la montaña sagrada le esperaba el dios guardián de la puerta del Cielo. Este le dijo que había superado todas las terribles pruebas y le dejó paso libre. El Hombre se dispuso a pasar y  cogió a su perro, pero en ese momento el dios le gritó:
--"Tú puedes pasar pero no tu perro, ningún ser inferior accede al cielo". La respuesta del hombre es la frase más simple y hermosa jamás escuchada:
--"No puedo abandonar a alguien que me ama".
Acto seguido abrazó a su tembloroso can y ambos se acurrucaron esperando su gélido final, a las puertas del Cielo. Esta acción despertó la compasión de los dioses que desde entonces consideraron a los hombres superiores a los ángeles, ya que los ángeles vivían y amaban, pero los hombres vivían, amaban, sufrían y morían. Por esta razón cohabitan en el Mundo realidades tan opuestas, porque el mejor de los hombres decidió no abandonar el Mundo hasta que no recogiera al más imperfecto de sus hermanos y así,  entrar juntos en el Cielo.

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