Cuando llega la muerte y las batas blancas se alejan, sólo nos queda un amigo al lado, una mano en un hombro, una ineficaz palabra de consuelo; "sólo" nos queda el amor.
Cuando llegan los tiempos difíciles, los economistas nos explican con detalle la causa de nuestra pobreza y vuelven a sus castillos dejándonos con ella a cuestas; sólo nos queda un vecino con sal, un hermano y un café o una anciana y heróica madre con una bolsa de esperanza alrededor de la cual giran nuestros pequeños hijos: "sólo" nos queda el amor.
Cuando nos invade la soledad y la vida pierde el sentido, los objetos comprados nos rodean mostrándonos sin tapujos su mentira; sólo nos queda el olor de la infancia, la voz callada de un padre que ya no está; todas esas cosas que no cotizan en bolsa. "Sólo" nos queda el amor.
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