lunes, 27 de julio de 2015

UNO DE LOS NUESTROS (escrito en 2012)

     Desde hace tiempo he decidido no ver las noticias de los telediarios. Mi corazón me dice con su extraordinaria brújula emocional lo que me conviene y lo que no, pero mi cerebro, esa manipuladora máquina de asimilar creencias ajenas y transformar la realidad hasta hacerla coincidir con ellas, me llama egoísta. Mi corazón le contesta que egoísta no es quien busca ser feliz, sino quien es una carga para los demás pudiendo no serlo. Mi cerebro trata de secuestrarme haciéndome prestar atención a todas las desgracias del mundo apelando a la solidaridad, y mi corazón le contesta: "¿Cuánto tengo que entristecerme para hacer feliz a alguien?". Mi cerebro, desconcertado, cambia de táctica, me invita a tomar partido y me susurra machaconamente: "Tienes razón, además ninguno de esos desgraciados es de los nuestros". Mi corazón, sin cambiar su pulso, le replica: "Te equivocas, todos y cada uno de ellos es uno de los nuestros". A pesar del color de su piel, a pesar de su uniforme, de su cultura, de sus ideas o de su idioma, cada uno de ellos es uno de los nuestros; de los que en su niñez hacían de una bola de papel un balón de "reglamento", de los que en su pubertad se quedaban con las ganas de dar un beso de buenas noches a su madre porque su pudor hormonal se lo impedía, de los que en su adolescencia se enamoraron con una música que los acompañará toda su vida, de los que lloran la pérdida de sus seres amados. Por eso no les ofrezco mi enojo ni mi llanto, les ofrezco el mejor regalo que a mí me hubiera gustado recibir de ellos: una sonrisa de felicidad, una lágrima de menos y un corazón capaz de amar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario